En el año de 1954, la Universidad
publicó una convocatoria para sugerir un lema oficial para esta Facultad
(escuela, en aquella época) en forma anónima
el dictamen se rindió el 25 de marzo.
El doctor Francisco Padrón Puyou,
enterado de la convocatoria decidió participar enviando uno que
condensara la misión de la escuela y concordara con
su criterio filosófico acerca del ejercicio de la profesión
médica. Llegando a la conclusión de que sería apropiado que el lema
contuviera la idea que justificara la
existencia de la, en ese entonces, Escuela de Medicina.
La pregunta, como el mismo narra, para
definir, cuál sería la mejor idea para el lema, fue: “¿para que fines se
forman médicos?”…
A lo que el se respondió de la siguiente forma…
Para que el amor al prójimo y los conocimientos conjuntamente sirvan a todos los seres humanos.
Para expresar el lema en seis palabras
(como lo exigía la convocatoria) se adjunto un fonema: Caridad: que se
define
como una obra que se hace en bien del prójimo, además de
ser una de las virtudes teologales, que expresa el amor de Dios a todas
sus criaturas, a la vez que
el amor de éstas hacia Dios, hacia el prójimo y a si
mismas.
Poseer el conocimiento de la ciencia
inherente a la práctica médica, es imprescindible. De aquí que la
caridad y la ciencias deben
integrar un todo ético y eficiente, en bien de la
humanidad.
Fundada en las consideraciones
anteriores, el lema a proponer sería, en respuesta a la pregunta,
inicialmente planteada, el siguiente:
“Para que la caridad y la ciencia sirvan a la humanidad”.
Como éste consta de once palabras, y la convocatoria no prohibía el uso
del latín, se optó por traducirlo de la siguiente forma:
“UT CHARITAS ET SCIENTIA HUMANITATI INSERVIANT”